La Chispa del Parque

Un nuevo proyecto llamado "Park Spark" nos recuerda que casi cualquier cosa puede ser fuente de energía, si sabemos cómo sacarle provecho. El artista visual Matthew Mazzotta inventó un sistema simple que convierte la caca de perro en energía eléctrica.

Los perros hacen la digestión y las bacterias en las heces producen gas metano que se utiliza para encender las luminarias del parque Pacific Street de Cambridge, MA.

Los propios dueños de los perros recogen los excrementos en bolsas biodegradables, los ponen en los dispositivos correspondientes y generan el metano manualmente al mezclarlo con agua mediante una manivela.

La idea de convertir excrementos en combustible no es nada nueva, pero lo novedoso es que esta iniciativa no requiere de una inmensa maquinaria industrial a gran escala para funcionar. Es simple y funciona. ¡Bien por Mazzotta!

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Dirty Thirties o La Cuenca de Polvo de los años '30



Una vez más el Hombre ha provocado un desastre ecológico, uno de los peores fue el fenómeno de los años '30 conocido como Dust Bowl (cuya traducción literal sería "Cuenca de Polvo").

Hasta antes de que ello ocurriera, en el mundo Occidental, se encontraba muy extendida la creencia de que la Humanidad podía modificar su entorno para dominar la Naturaleza y que estaba bien que lo hiciera.

El gobierno de los años '20 alentaba a los colonizadores a que labraran las tierras que antes eran praderas naturales, pero sin ningún control ni rotación de cultivos. Hubo un largo periodo de lluvias por encima de los valores en la media seguido por una larga sequía. Como el suelo había sido despojado de la protección de los pastos naturales, el viento levantaba grandes cantidades de polvo y arena.

Las malas prácticas en el manejo de suelos, provocaron que dicha sequía que afectó las llanuras y praderas en EE.UU. que se extienden desde el Golfo de México hasta Canadá y que se prolongó al menos entre 1932 y 1939, se convirtiera en una infernal serie de tormentas de polvo.

Las tormentas eran tan espesas que no permitían ver el Sol. El polvo se metía en los escondrijos de las cabañas de madera (que no era selladas en aquella época) y en los pulmones de la gente, la que era afectada por la denominada "neumonía del polvo", que en realidad era una especie de silicosis derivada de la defensa de los pulmones contra los minúsculos cristales de sílice, cuarzo y otros minarales que formaban parte del polvo. Estos órganos, al intentar deshacerse de las partículas nocivas y no poder hacerlo, se digerían a sí mismos y las personas morían ahogadas en sus propios fluidos, una muerte espantosa.

Por si esto fuera poco, la sequía provocó la muerte de gran parte de los cultivos y los granjeros empezaron a experimentar pérdidas económicas más que considerables, muchos quedaron en la miseria más absoluta. Las personas llegaron a comer cardos ¡Cardos! Los mismos que antes les daban a los caballos. Era humillante.

Las temperaturas llegaron a alcanzar los 49°C (el suelo en vez de enfriarse por evaporación de los pastos, irradiaba el calor como el asfalto de las carreteras), lo que provocó que insectos y arácnidos buscaran refugio y agua al interior de las viviendas de los campesinos. Resultado: las casas estaban infestadas de ciempiés y arañas (muchas de ellas venenosas) que causaron la muerte de varios infantes pequeños y ancianos, los más vulnerables.

La falta de agua hizo que los pájaros y ratones emigraran, ellos eran los depredadores naturales de una temible plaga: la langosta. Los granjeros sufrieron la pérdida de lo poco que les quedaba en las fauces de estos voraces devoradores, que no dejaban ilesos ni los mangos de madera de las herramientas.

Algo similar ocurrió con la liebres, cuyo depredadores naturales también emigraron, pero ellas podían sobrevivir con poco alimento y agua y se reprodujeron sin control. En una tarde llegaron a atrapar 20.000 de ellas y las mataron cruelmente para proteger la poca comida que aún quedaba.

La Naturaleza se había tomado su revancha.

Finalmente, después de 10 años y solucionar en gran medida la crisis financiera del '29, el gobierno se preocupó de su gente en esas zonas y sembró árboles, les enseñó políticas de manejo correcto de suelos y los ayudó económicamente a salir del hoyo en que estaban.

Pero todo esto nos dejó una enorme moraleja: toda acción tiene su consecuencia, a veces insospechada.

¿Seguiremos botando basura sin control y contaminando el aire con la quema de combustibles fósiles indiscriminadamente, pensando que nada malo ocurrirá?

Un amigo australiano cree que la Tierra es un ente vivo,  que toma medidas en contra de los agentes que la perturban y nosotros somos uno de ellos en estos momentos. Saquen sus propias conclusiones.

Más información sobre la Cuenca del Polvo en el siguiente enlace: http://en.wikipedia.org/wiki/Dust_Bowl

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